Diez claves para conducir con niebla sin pasar miedo

Conducir con niebla resulta muy peligroso, así que la solución primaria es aumentar la atención al máximo y seguir estos consejos.

Usar correctamente las luces: Uno de los errores habituales es recurrir a las luces largas, consiguiendo el efecto contrario: estas luces se reflejan en la niebla y reducen la visibilidad, molestando además al resto de conductores. Por eso, hay que optan por las luces de cruce y posición.

Aumentar la distancia de seguridad: Aunque tener un punto de referencia delante puede dar una falsa sensación de seguridad, circular demasiado cerca del coche delantero es peligroso. No respetar la distancia de seguridad aumenta el riesgo de colisión, y todavía más al conducir con niebla. ¿La alternativa? El buen uso de las luces.

Adecuar la velocidad: Dejarse llevar por el ansia de abandonar cuanto antes ese tramo de visibilidad reducida (y pisar el acelerador más de la cuenta) es una idea nefasta. Resulta lógico pensar que, si no se ve lo que está delante a partir de, más o menos, un kilómetro, tal vez aparezca un coche sin tiempo para reaccionar.

Cuidado con el hielo negro: Siempre, y más en caso de conducir con niebla, debe pisarse el freno con suavidad para controlar mejor el pulso de las ruedas. No hay que olvidar que es posible encontrarse con el llamado hielo negro. Este peligroso fenómeno se produce cuando el asfalto está a cero grados (o menos) y la niebla entra en contacto con él, de modo que el agua condensada se congela y el pavimento se vuelve peligrosamente resbaladizo. La capa de hielo es tan fina que casi no puede apreciarse, y por eso resulta más traicionera.

Frenar intermitentemente: Conviene frenar de manera intermitente, porque esto sirve también para lanzar señales luminosas a los vehículos que vayan por detrás y así dejar constancia de la posición del coche a una mayor distancia.

No parar en el arcén: Un coche detenido en el arcén puede convertirse en un obstáculo o motivo de distracción para otros conductores. También es una alternativa bastante recurrente: parar fuera del carril y esperar a que a la niebla se disipe un poco. No es una buena idea y lo mejor será, en caso de querer detenerse, esperar a la siguiente gasolinera.

Mantenerse en el mismo carril: Cuanto menos se altere la dirección de la marcha, mejor. En ocasiones aparece la tentación de centrar el vehículo entre dos carriles para conducir con más holgura, pero así es fácil convertirse en un obstáculo para los demás. Al conducir con niebla, lo más recomendable es quedarse fijos en un carril sin hacer maniobras, solo yendo hacia delante.

Permanecer alerta: Tal vez alguien que viva en una zona en la que la niebla es habitual conduzca con tanta confianza que llegue a fiarse. La niebla es siempre enemiga de la conducción segura, así que no hay que bajar la guardia aunque se conozca la carretera palmo a palmo.

Eliminar el vaho del parabrisas: No hay que poner más trabas a la visibilidad de las que ya trae consigo la niebla. Por eso, los limpiaparabrisas deberán actuar de manera intermitente y la luna deberá ir siempre despejada por dentro del coche, incluso abriendo las ventanillas durante unos segundos en el caso de que sea necesario.

Tener cuidado con los animales: Los animales también se pueden despistar y, según el tipo de vía o la zona, pueden llegar a cruzar la carretera. Ciervos, gatos y demás animales pueden salir a tu encuentro involuntariamente provocando una situación de peligro.

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